Entrevista con Lilian Elphick: acerca de "La elegida"


Por Paula Vera (São Paulo, Brasil)

Paula: Podemos ver la ciudad de Santiago como espacio y personaje dentro de “La Elegida”. Santiago es escenario perfecto para ese encuentro clandestino entre dos mujeres; es el espacio nocturno, frio y solitario. Y también es testigo de ese encuentro furtivo. Es quien guía y acompaña a la protagonista y “su elegida” y es quien, finalmente, acoge el sufrimiento de la protagonista al ser abandonada por Miriam. ¿Cuál es el papel que para ti cumple la ciudad en el cuento?

Lilian: Es muy difícil hablar, analizar o interpretar mis propios textos. No es primera vez que lo digo ni será la última: A veces los cuentos se generan solos, no hay ideas preconcebidas ni cuestionamiento previo.
“La Elegida” fue escrito en los talleres de Pía Barros, año 87-88. Al principio tenía una página. Ahí, ya estaba plasmada la idea de una ciudad sola, lluviosa y estas dos mujeres que vagan por ella. Son las errantes que eligen un punto de fuga para el descanso, un espacio ajeno: el hotel ruinoso, con claraboya, un espacio que se llueve, con espejos sucios, que no reflejan. El hotel, el adentro, refleja el afuera: la ciudad devastada, clausurada, silenciosa. La casa de la narradora es oscura y fría, la mampara de pavos reales está empañada. Luego, al terminar la historia hay un sol interminable. Todo se ha desempañado, por así decirlo. Miriam está sólo en el recuerdo que es, por supuesto, muy fugaz, inverosímil.
La ciudad es laberíntica, calles sin salida, que dan vueltas y vueltas. Creo que el espacio es fundamental en este cuento. Es una ciudad sitiada y apocalítica: sin semáforos ni automóviles. Una ciudad en tiempo de crisis. Es aquí donde se propicia el “encuentro” o la “fusión” de las dos mujeres.

P: En la ciudad fictiva de “La Elegida” se revela la soledad, frustración y fugacidad en las relaciones de sus personajes-habitantes, que están representados en la narradora y Miriam. La primera busca el amor y la segunda busca un trabajo. ¿Cuáles son las epifanias que ves al interior de tu cuento, qué revelan tus personajes y la ciudad en que habitan?

L: No creo que las cosas sean tan determinantes como para decir que la narradora busca un amor y Miriam busca trabajo. Es decir, son simplemente denotaciones. Los personajes se hacen solos en la historia y, de algún modo muy raro, se liberan de la mano de la autora.
El ambiente urbano influye en las dos: es día lunes (Luna) y todo está detenido (salvo la verdulería como espacio sinestésico: zapallo-sol, olor, bigotes del hombre). La narradora sale de su propia casa a caminar, a “perderse”. Miriam no se mueve (está detenida en el tiempo) de la esquina. Espera cruzar y no cruza. Para ambas, el día es imaginario, pero con ingrediente muy real: No hay trabajo; hay vagancia, búsqueda, desánimo.
Quizás Miriam está sustentada desde cierta locura. Personaje descentrado, periférico.
La narradora sin nombre es la que "ordena" el mundo, le da coherencia: es la que escribe la historia. Y en tres partes: principio, medio, fin. Casi aristotélica.
Entonces, tenemos la generación de los opuestos: orden-desorden, locura-cordura. La narradora es la que se queda y recuerda; la otra se va, no permanece y olvida. Ergo, recuerdo-olvido.

P: ¿Cuando comenzaste a trabajar en “La Elegida”, ya sabías que la protagonista tendría un encuentro amoroso con una mujer? ¿Cómo fue ese proceso de mostrar una relación sexual entre mujeres y cuál fue la recepción que tuvo el cuento en la época de la publicación, considerando que aún se sentía la presión de la dictadura y la sociedad era muy conservadora?

L: Como dije, uno no sabe nada acerca del propio texto que se está escribiendo. Simplemente, aflora. No busqué ex profeso la imagen del “encuentro amoroso” de las mujeres. No me dije: “Ah, en Chile no se ha escrito nada acerca de este tema, por lo tanto, escribiré sobre él”. No. No es tan burdo. Lo que es burdo es considerar que las protagonistas de este cuento son lesbianas u homosexuales. ¿De qué estamos hablando, entonces? Hablamos de que no se puede etiquetar para acomodar las cosas, para que todo cuadre en tu cabeza, para hacer más real la vida de dos seres que no son reales. “La Elegida” no es una crónica ni un testimonio, es un cuento ficticio que narra el encuentro de dos mujeres, encuentro fugaz, cargado de erotismo, sí, pero de un erotismo triste. Dos mujeres. Punto aparte. No dos lesbianas.
En cuanto a la recepción, “La Elegida” es mi cuento más antologado, y creo que ha tenido una excelente recepción. Sigue gustando, a pesar de que ya tiene 19 años de vida. El único que vio sólo la superficie del cuento fue el cura Ignacio Valente. “Un episodio lesbiano sin pena ni gloria”.
Para Paula Brenning, el cuento es una bella pieza sobre el amor tratado con humanidad. Y la visión del profesor y escritor Jaime Hagel fue básicamente que no se trata de dos mujeres, sino de una sola. Este análisis está basado en el tema del espejo y el reflejo. Ahora bien, yo escribí el cuento pensando en dos mujeres. Estas mujeres no son explícitas, son personajes ― a pesar de la carga erótica ― muy desencarnados, fantasmales. Hay ambigüedad por todos lados. Lo importante, a mi modo de ver, no es que haya una o dos mujeres. Podrían haber tres o cuatro repetidas en la magia del espejo, pero eso está en la mente del que lee, del lector. Y ya decía Borges que los espejos son abominables. Aunque para mí, que soy mujer, el espejo es algo muy ligado a lo femenino, partiendo por el cuento de hadas: “espejito, espejito...”. Pero también como pasaje a otro mundo, a otra dimensión.

P: Dentro del análisis del cuento, observé, por un lado, la pérdida del reflejo que sufre la protagonista al no poder ver su imagen en el espejo – y, sin embargo, ve la de Miriam, una mujer religiosa inmersa en la teoría de “los elegidos”. ¿A qué atribuyes ese conflicto de identidad en la narradora? Por otro lado, detecté una oposición entre el espacio del hotel y el espacio del domus, la casa de la protagonista. En el primero se produce el encuentro amoroso entre las mujeres y en el segundo se revela la soledad de la narradora. Para ti, ¿existe también esa oposición entre el hotel (espacio neutro) y la casa (espacio familiar)? ¿Qué representan dentro del cuento estos espacios?

L: No veo a Miriam como a una mujer religiosa por el sólo hecho de decir que el mundo se va a acabar. Ahora, el inconsciente puede traicionarte, asunto que sucede a diario. Miriam es María. Para mí se hace evidente que la frase de Miriam va más por el lado político-social que por el religioso. El mundo se va a acabar. El sol está a punto de estallar. Dictadura. Crímenes. Bombas.
¿Las elegidas? Sí. El amor siempre ha sido subversivo, sobre todo el amor que se profesan dos mujeres. En el medio de la muerte, hay vida, luz, fuego, pasión.
El amor se organiza en toda su fugacidad. Y ya pasó, siempre está pasando.
Lo clandestino (tiempo sitiado y apocalíptico) establece marcas en el relato. La narradora no tiene nombre. Y no sabemos a ciencia cierta si Miriam es realmente quien dice ser.
Dijo: Mi nombre es Miriam”.
Y como todo está signado bajo la ambigüedad más espesa, creo que no se pueden establecer criterios de verdad y falsedad en el cuento. ¿Podemos entonces cuestionarnos cuántas mujeres hay? Si yo te digo: hay una sola mujer, ¿cambia el cuento?
Yo creo que no. Porque esa mujer genera un doble (el doppenganger). Dobles en la literatura hay muchísimos como El Dr. Jeckill y Mr. Hyde. Y ese doble, que es diferente, no es la misma, actuará como la otra.
Todo esto que he dicho, jamás lo pensé cuando escribí el cuento. Tenía ciertas imágenes dando vueltas por mi cabeza, tenía referentes literarios mordiendo mis huesos: Duras y Kafka, y tenía una mano para escribir la historia. No podría negar mis referentes. Son mi alimento. Lo digo con todo orgullo. No puedo escribir si no leo. Y esto, que lo he repetido hasta la saciedad y el infinito, es clave: No hay escritura sin lectura.
Luego, al terminar el cuento, todo vuelve a la normalidad. Aún no hay palomas de la paz; hay ratas con alas. El Hotel está clausurado en el presente eterno de la narradora.
Del hotel y la casa creo que ya hablé. Ambos son espacios fríos y húmedos, muy femeninos si los miramos desde el punto de vista simbólico.
También, el hotel, al contrario de la casa, significa una transitoriedad. Además, es un hotel parejero y ‘pasajero’, de paso. Las mujeres también subvierten ese espacio que se construye sobre el gran cliché del amor pasional, de los amantes, porque precisamente ellas no son amantes (por el hecho de relacionarse sólo una vez); son huérfanas, unas huachas como decimos en Chile, buscando protección y cariño.
En la calle, los cantos son acallados; ululan las sirenas. Estado de sitio.
(Recordé esa canción de Silvio Rodríguez que dice: Quedamos los que puedan sonreír, en medio de la muerte en plena luz…, y no sabes la nostalgia que me está dando).

P: “La Elegida” pertenece a tu primer libro de cuentos, La última Canción de Maggie Alcázar, publicado en 1990. ¿Qué elementos surgidos en el cuento desarrollaste en tu narrativa posterior y, en especial, continuaste con el tópico de la ciudad, ya sea creándola o retratándola?

L:“La Elegida” también fue publicado en El otro afuera (Cuentos, 2002, Cuarto Propio) y, como ya te he dicho, en varias antologías.
Es extraño que puedas enamorarte de tu propia historia y, a la vez, olvidarla, forzar a los personajes a que se alejen de ti, que desaparezcan para vivir otras vidas.
He seguido tratando la ciudad y lo urbano en mis textos posteriores, tema siempre subyugado a las relaciones humanas. Mi obsesión estos últimos años ha sido el tópico de la mirada: ver más allá de la literatura; el ojo ciego y el ojo lúcido-lúdico. La visión – y esto se lo copio a Cortázar- desde el intersticio, zona escritural y existencial.
Y no me preguntes qué significa porque no lo sé, sólo lo intuyo. Hay muchas cosas que yo no sé. Mis dos ojos aún me dicen que la escritura es extrañeza.

Libros publicados:

La última canción de Maggie Alcázar (Cuentos, 1990, Mosquito Comunicaciones.)
El otro afuera (Cuentos, 2002, Cuarto Propio).
Ojo Travieso (Microrrelatos, 2007, Mosquito Comunicaciones.)
Bellas de sangre contraria ( Microrrelatos, 2009, Mosquito Comunicaciones.)


Agosto del 2009.