Superposiciones, manchas y fragmentos en la escritura de Diamela Eltit y Paz Errázuriz

Por María Eugenia Brito 


Situado en el corte epistemológico de la modernidad, este texto la retoca, la camufla y la extrema. Hace de ella una alegoría, en que tanto lectura como mirada son acosadas por múltiples pulsiones que las sacuden de la economía libidinal de la cultura logocéntrica y las obligan a trazar su propia huella en una recomposición del vértigo que tales virajes exigen.
El Infarto del Alma, Francisco Zegers Editor, Stgo, 1994, es una producción sorprendente, que desde su doble autoría: Diamela Eltit (escritora ) y Paz Errázuriz (fotógrafa ) y su doble composición: el texto literario de Diamela Eltit, que se constituye como un volumen desde su aparente heterogeneidad, y la serie de fotografías en las que Paz Errázuriz escenifica conatos, enigmáticos y sorprendentes de unos asilados en el hospital psiquiátrico de Putaendo, para proponer un objeto en que la coexistencia entre el texto literario y la imagen visual, o bien la imagen visual y el texto literario suspende las relaciones acordadas desde la lógica moderna para ciertas prácticas culturales, frente a las cuales separa códigos y usos de signos. Al contrario, en "El Infarto del Alma", hay una irradiación de la imagen hacia la palabra, en un fluir de los sentidos posibilitado por el inconsciente óptico que la cámara de Paz Errázuriz logra vislumbrar. Y la letra, se instala en ese llamado, atravesando su propio blanco en el espacio mental que se genera cuando disemina los lugares de resistencia y temor, sumergiendo barreras para el sentido. Puentes de resistencia entre aquello que el ojo ve los cuerpo espacializados, el espacio como cuerpo), y esos amplios márgenes, paraderos abiertos de transición y veladura para que la mirada se apoye en otro punto material del tránsito y elabore un pasaje alterno, otro corredor, diferente, distante. Desde el cual y por esas miríadas del sentido el significante, tantas veces diferido, refracta su metonimia: la narración literaria. En el caso del texto, a narración es un tejido entrecortado, que no sólo acompaña a la fotografía, no sólo se acopla en ella, sino que la usa como su propio dispositivo formal.
..... Dispositivo que se complejiza por su variada alternancia: la narración del viaje de escritora y fotógrafa hacia Putaendo, el texto de las Cartas de amor, titulado "El Infarto del Alma" y otra serie de textos, nominados: "La Falta", "El Otro, mi Otro", "El Sueño Imposible", "Juana la Loca" y "El Amor a la Enfermedad", hitos que ordenan el texto que se va construyendo en los intersticios diseminados por la visualización del escenario fotográfico.
..... Entonces podríamos aventurar que "El Infarto del Alma" es la novela fotografiada o bien la novela escrita de acuerdo a una "gramática", que ocupa leyes que siguen algunos recorridos de ese inconsciente visual. Precisamente allí donde el cuero cede y el sudor, el exceso comienza, allí, en esos intersticios, esas manchas que sobran al sentido, como significados impares cuya única traducción parecería corresponder a la respiración entrecortada y convulsa que fragua el proceso escritural de Eltit.
..... El blanco, marco y despliegue que semantiza estas interconexiones no cesa de proyectar la duda, la dificultad, y la felicidad de estos encuentros en que locura y sueño se asocian en un viaje que tiene como uno de sus fines disparar el sentido. ¿Hacia dónde? Hacia el pasado de la imagen: pues para hablar de esta relación escoge una historia, que no es sino la mezcla de otra larga historia, dual: la historia de la memoria del inconsciente óptico fotográfico y la historia del amor occidental, épica de lo femenino, lo ilusorio, lo fantasmal del sistema. La gran "Otra " del discurso Occidental en la figura de la mujer enamorada, mejor dicho, muy enamorada. Loca de amor y desesperación: otra.
..... Al orden del significante que la imagen visual intenta palpar, las imágenes literarias propuestas por Eltit se instalan en la borradura del sujeto, en su fuga sicótica para poetizarlo desde su imaginario, y allí tenemos la cadena significante que teje en la red preedípica de esa fuga:,el vértigo, la dispersión, el anonadamiento y el final anclaje de las emociones amorosas, recortadas , superpuestas, hiladas por una estética en la que se aúnan historia de amor e historia de las formas del discurso. Sobre el plano referencial en el que éste se acopla, sobre su supuesta ambigüedad y autoreferencia, la literatura se abre hacia el dispositivo visual y se encuentra con la intimidad secreta de una historia que no se revela más que parcialmente: en rostros, gestos, poses que se congregan de anómala forma, que interpelan en su condición post-aurática de una vez y para siempre imágenes, gestos y posiciones censadas.
..... Nos encontramos otra vez con ese gran tema de la contemporaneidad y de la que la filosofía y las artes se hacen cargo: la cuestión del sujeto. Su discutible razón, su múltiple paradoja, revertida y depositada en la materialidad de un texto que no es sino el ensayo en que se lee y se discute, en que se fragmenta su historia.
..... ¿Cómo lo hace? Las fotografías de Paz Errázuriz en sus distintas fases generan la complicidad, la ternura y la ironía, a ratos, desolación de esas gentes que el asustado imperio de la razón moderna exilió de sus fronteras: Putaendo, último recodo de una historia, o más bien , uno de sus últimos, en el que el viejo rey Edipo yace en verdad enterrado, abandonado y solo.
..... El ojo que mira, sabe, es un ojo que ha pasado por el psicoanálisis freudiano y lacaniano. Es un ojo que reúne, con una alquimia única, la historiografía no sólo del retrato chileno al que pone entre paréntesis , para situarse en su derrota y reverso: la soledad y la miseria de los asilados. Mejor dicho de los asediados por la norma, los que la ley expulsa para siempre y que desde lejos enarbolan su pequeña épica de sobrevivencia. Entonces, el amor, que alberga en su ensueño la primera poética de la genitalidad. Con la promesa de la coincidencia de los sentidos del universo en los ojos del amado.
..... No obstante, el amado está enfermo, nos señala Eltit en su texto "Mi amado se va quedando y quedando en la taberna. Ah, mi amado, tan ebrio y tan cansado mi amado"1. Este cansancio, esta ausencia del amado, su embriaguez nos hablan de una pérdida, un extravío de su figura, que al revés subraya el desmayo, la falla y finalmente, la ausencia. 
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