La escritura, la intertextualidad y la parodia en "Ojo Travieso", de Lilian Elphick (Parte I)

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Por Andrea Leyton

Ojo travieso (1), es el primer libro de microrrelatos publicado por la escritora chilena Lilian Elphick. Es una publicación estructurada en siete secciones, de las cuales las tres primeras, equivalen a cada una de los fragmentos correspondientes a la primera parte del conocido poema de Publius Aelius Hadrianus (2) (76-138). “Anima”, “Vagula”, y “Blandula”, son las tres primeras partes del libro de Elphick, donde cada una comprende una serie de microrrelatos, así como las cuatro secciones siguientes, llamadas “Exitus”, “Animalia”, “Oculus Barbarus”, y la última y única que se titula en español “El ave deseo”.
Es así como se tomará de cada serie, una par de muestras que se hilarán con la serie temática del presente trabajo, observando cómo técnicas, motivos y cronotopos, son coincidentes con relación a los trabajos de Luisa Valenzuela y Luis Fayad. Las líneas temáticas a seguir serán las de la relectura posmoderna de clásicos literarios y de microrrelatos canónicos, la literatura como metatexto y la autorevisión direccionada hacia la escritura, presente en los microrrelatos de Luis Fayad y que en la escritora argentina Luisa Valenzuela, como en Lilian Elphick tiene relación con el acto erótico.
De la primera sección, “Animula”, se tomarán dos microrrelatos para observar el tema de la escritura que se revisa a sí misma  y que se relacionará más adelante con otras piezas del mismo volumen y con microrrelatos de Luisa Valenzuela y Luis Fayad. El carácter metatextual del microrrelato tiene amplia cabida y desarrollo en estos tres escritores, que se han dedicado a repensar el lenguaje literario desde la literatura misma en el espacio formalsemántico de lo micronarrativo.

 La escritura
 En los cuentos “Ángulos del amor imposible” (Elphick: 2007, 9) y “Ángulos del amor posible” (Elphick: 2007, 10), puede observarse cómo el tema de la escritura se relaciona constantemente con el acto erótico y la figura intertextual del espejo:

“El fantasma me escribe cada día; cuando respondo él es mi reflejo. Así han pasado estos meses de permanente vacío. El silencio es lo que más nos gusta y si pudiéramos no escribirnos lo haríamos, solo que siempre hay un espejo que nos devuelve las palabras que nosotros mismos hemos desechado, como el mar arroja un cadáver a la orilla de la playa” (Elphick: 2007, 9)
El reflejo de quien escribe, realiza la acción a partir del silencio. Las frases presentan un ritmo entrecortado, casi tímido al no querer romper el hechizo de la escritura. Las palabras desechadas, suelen pertenecer a la inconciencia, ese mar misterioso en el que también se ahoga un personaje en el cuento “Manuscrito encontrado dentro de una botella” (Valenzuela: 2004, 104), de Luisa Valenzuela. Lo que sucede con el lenguaje literario entonces está relacionado con el misterio y con su imposibilidad intrínseca de transmitirse, con la necesidad extrema de sólo sugerirse.

En el microrrelato de la chilena, el espacio diegético se subdivide en dos, gracias a los dos actantes que se presentan y que representan cada espacio ficcional. La narradora (or), pertenece al nivel ficcional principal, desde el que narra el acontecimiento misterioso de la escritura, refiriéndose a un segundo nivel que sucede en el espejo, lugar del cual es protagonista el fantasma.

Este fantasma aparece como el reflejo de sí misma, y es el compañero de correspondencia, permanente y necesario, de quien responde al llamado como una condena.  Existe un mecanismo que devuelve palabras desechadas al emisor del mensaje y que al ser palabras muertas que retornan del misterio de lo desaparecido, son comparadas con un muerto escupido por el mar.

La escritura funciona como un dispositivo que devuelve la imagen, como el espejo, forma de observarse pero también forma de observar la escritura misma en su producción más instintiva e íntima.

 “Ángulos del amor posible” (Elphick: 2007, 10), presenta la escritura de forma complementaria a la condena, donde el fantasma deja de ser reflejo, para penetrar y cohabitar el espacio de la autoimagen de quien escribe:


“Y el fantasma vino corriendo y me atravesó. Cuando quise verlo ya no estaba. Ahora, dos pulsos me habitan y mi sombra algunas veces me besa en plena boca.” (Elphick: 2007, 10)

El misterio de la escritura toma forma inconclusa en la presencia de ese fantasma huidizo, presentido como una sombra habitable en el interior de la narradora (or). Aquí la comunicación se hace posible y da cuenta de la bifurcación de la voz primera en el lenguaje literario. El cronotopo aquí es el de la escritura y la reflexión sobre la misma en el espacio de un microrrelato. La escritura, entonces, vuelve a reflexionar sobre sí, como una dimensión donde confluyen varias voces, las voces el mundo y del individuo que lo habitan en su existencia múltiple.

Sucede algo análogo con el cuento de Valenzuela especialmente en el microrrelato interior al general, que es el manuscrito como tal, que inicia en minúsculas y termina sin punto anunciando explícitamente que existe un antes y un después en ese testimonio-relato, siendo apenas un fragmento de la experiencia intransmisible del ahogado, quien se atrevió a penetrar en el insondable misterio del lenguaje:

siento que estoy a punto de develar el secreto. Creo que voy a tener que internarme algo más dentro de este mar para saber de qué se trata, por qué le atribuimos monstruos de difícil asimilación para la mente humana” (Valenzuela: 2004, 104)

El manuscrito, como actante principal del microrrelato, es un acontecimiento literario rescatado por un ente misterioso y sin vida que surge de la monstruosidad del mar, quien además se atrevió a entrever lo confuso de ese mar hermético. En el microrrelato de Elphick, el actante principal es la palabra devuelta por el espejo, como un cadáver arrojado a la orilla del mar, es la palabra del inconciente que surge del silencio para rebotar con la significación del conciente y quedar muerta como testigo de la incomprensible de la mente humana y su lenguaje.

El lector del secreto en el manuscrito, del microrrelato de la argentina, sufre una transformación monstruosa, así como las palabras en el microrrelato de la chilena.  La transformación del lenguaje en el escenario del lenguaje, es significativa en tanto que el misterio se apodera de quien lo usa.

Ese mar hermético e indecible, compuesto de monstruos, acontece en la mente humana y es de carácter lingüístico. La interpretación de lo oscuro tiene lugar en el acontecimiento de quien escribe, en el caso del “Ángulos del amor imposible” (Elphick: 2007, 9), dejando un  final abierto que sugiere una infinitud en el encuentro del fantasma, la palabra y el amor; en cambio la interpretación de lo hermético queda abierta a la intuición del lector en el caso de “Manuscrito encontrado dentro de una botella” (Valenzuela: 2004, 104), dos posturas en el proceso de lectoescritura del lenguaje que modela su autoimagen.

En la sección “Vagula” aparecen dos interesantes microrrelatos, entre otros, que deben ser rescatados por su perspicaz humor e inteligencia al meditar sobre la literatura y su escritura. Estos cuentos se titulan “La respuesta” (Elphick: 2007, 23) y “Significado del Zen” (Elphick: 2007, 24), el primero de ellos es el siguiente:

“Estaba el maestro de zazen meditando en el campo. Sólo una vaca pastaba a unos cuantos metros de él. “Om”, dijo el maestro. “Mu”, contestó el animal, alcanzando el nirvaca”. (Elphick: 2007, 23)
Es apenas comprensible que el microrrelato se encuentre en esta sección de libro, compuesta por apenas cuatro piezas, en las que se reflexiona sobre elementos intangibles como la mente, la contemplación y finalmente el lenguaje. A partir del humor, un ejercicio tan sublime y espiritual como la meditación de un maestro zen, se muda al lugar de la risa, provocada por la emisión de dos monosílabos que se pronuncian en tonos similares, provocando una aliteración, y que pertenecen a dos sujetos naturales en busca de su elevación. Cada actante la encuentra a su manera, por medio de su propio lenguaje y entorno natural.

En “El significado del zen”, la elipsis llega al extremo de manera muy significativa: no existe texto gráfico, además del título. Esto ha sucedido un par de veces en la historia del microrrelato en Latinomérica, como en el caso del ya mencionado y un uno más titulado “Fantasma”, del que habla Guillermo Samperio (3):

“una ficción breve puede ir desde cero palabras (como el texto “El fantasma” que bajo el título solo viene una página en blanco) hasta cuartilla y media (…) En este sentido podemos hablar entonces de tamaños de menor a mayor: ficción breve, cuento corto, cuento largo y novela breve.”

El único referente en ambos ejemplos es el título, jugando así con el lenguaje y la brevedad de manera semántica: “El título y el texto forman una unidad indisoluble. El primero cumple una indudable función de focalización, y, al hacerlo, completa el significado –o, si así se prefiere devela la intención autoral- a que aspira la composición en su totalidad” (4). El título al ser la totalidad del microrrelato y al abrir paso a un vacío lingüístico muy significativo, revela la intención semántica de la narradora (or). La interpretación del microrrelato depende de la enciclopedia del lector, y de su habilidad para percibir de la elipsis toda la fuerza de un final epifánico presentado en los dos ejemplos citados anteriormente.

Al respecto del microrrelato y su relación con oriente, Antonio José Sequera (5), ofrece en el fragmento 18 de sus “20 Microapuntes para una poética del Minicuento”, una relación intrínseca entre la brevedad, la elipsis y el silencio:

“A diferencia de las culturas orientales, en las que se promueve la brevedad y la concisión –tanto en la pintura como n la literatura-, en Occidente aun se tiene como paradigma al texto saturado de palabras o al cuadro abrumado de imágenes, aunque tanto las palabras como las imágenes estén vacías de contenido.

Y es que en Oriente, el silencio y el vacío, ocupan espacios significativos. En este lado de mundo, por el contrario, tanto el vacío como el silencio se consideran abominables, en especial en la televisión y en la radio.”

Notas
1 Elphick, Lilian. Ojo travieso. Chile: Mosquito Editores. 2007.
 2 “Animula vagula, blandula / hospes comesque corporis, / quae nunc abibis in loca / pallidula, rigida, nudula, / nec, ut soles, dabis iocos.” Publius Aelius Hadrianus (76-138) "Alma, vagabunda y cariñosa, huésped y compañera del cuerpo, ¿dónde vivirás? En lugares lívidos, severos y desnudos y jamás volverás a animarme como antes". Tomado de: http://camaradelasmaravillas.blogspot.com/2006/07/animula-vagula-blandula.html
3 Samperio, Guillermo. “La ficción breve”. En Noguerol, Francisca. Escritos disconformes: Nuevos modelos de lectura. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca: 2004. P. 68.
4 Lagmánovich, David. El microrrelato. Teoría e historia. Palencia: Menos cuarto ediciones, 2006.p. 50. 
5 Sequera, Armando José. “la narrativa del relámpago”. En Noguerol, Francisca. Escritos disconformes: Nuevos modelos de lectura. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca: 2004. P. 78.



La parodia en "Ojo Travieso", de Lilian Elphick (Parte III)